Con el alma vendida a cosacos,
el otoño y sus olores se acercan,
los sensores se encienden,
derritiendo barcos de arena.
Se despiden el oleaje y sus peces,
los arbolitos se tornan ya tristes,
la clorofila pide el indulto,
entre cielos impregnados de grises,
Delimitarán el espacio las paredes,
el credo no se adoctrina,
efímero, fugaz y volátil,
no caeré otra vez en tus redes.
La ventanas serán espejos,
y los humanos un animal más,
que despreciaré,
y que si me invade el hambre,
me los comeré.
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