lunes, 15 de agosto de 2011

Ciudades

El diablo que dentro parla me dice que aquí en Madrid
nacen las escaleras que conducen entre curvas el
cielo que ansío lamer. Dudo bastante que en otra ciudad
de este país pueda beber hasta que me salga de los cojones.
Lo dudo bastante. Para un alcohólico esto es un paraíso lleno
de vidrios, latas y cubatones. No lo cambiaba por nada del
mundo. Aquí nació mi libertad y se descartó la prudencia,
entre personas que se sinceran cojeando tras las razas más
hermosas. Puedo decirlo más alto pero no más claro.
No caeré en el engaño de la paz o la tranquilidad. No soy un
ser tranquilo ni pacífico.

Porque el cielo se abre entre el azul que quema mi espalda,
y los sueños viajan entre chillidos infantiles para no despertar
una fiera que estalla y que impide cubrir de besos los potorros
más follables. Y entre labios femeninos y rojos comparo los
rostros que merecen la triple A, que se cuentan por cientos,
y me los follaba a todos, absolutamente a todos.

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