Durante una noche triste tuve que escribir y romper tripas
para que las palabras viajaran desde las lágrimas hacia la fiesta.
La catedral de Triana se hizo grande y como un pájaro sin
alas quise salir volando. Me acarició durante unos segundos
la muerte y la vida, que son la misma persona.
Ese día me desperté con un beso de mi padre y quise escupir
las palabras más bonitas del mundo. No fue así..
La ciudad de Sevilla y sus gentes han despertado en mi olfato
un sitio habitable y supe lo que en sus branquias los peces sienten
al bucear. Hizo que quisiera ser mejor persona. No habrá
remedio, pero merecerá la pena intentarlo.
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