Parece que la voz me calma, nunca dormiré solo.
Estoy hinchado, rebosado, bebo y me vierto.
Curiosa la ley de Arquímedes.
Busco algo bonito que decir, pero no tengo ganas,
sólo quiero que las ciegas musas me invadan.
Sin ellas la vida es un crepúsculo predecible y no
quiero pertenecer a ese juego.
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