y mientras, sus sístoles y diástoles se suceden para dibujar
sin lienzo mi camino, que es trayecto fugaz y
repentino.
Los fieros ojos del cielo y su entorno hacen de la
ventanilla un cuadro hermoso, de un pintor
genial y desconocido. Y los rieles, ayer fríos y metálicos,
convergen con las nubes pareciendo hoy de gelatina y trigo.
Me desplazo y se desdobla ante mí el destino,
me alejo, me separo, una vez más, de los seres queridos.
Y es por eso que con la mitología de una lágrima, me despido.
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