Y sin resoplos la luz y sus insectos me acompañan,
como guirnaldas en una noche de San Juan,
porque la ciega luna es un toro lleno de soplillos,
y yo únicamente un recipiente que se vierte.
He de volver a la cuna y rehacer todo lo hasta
ahora hecho, porque sufro las pérdidas de las cuerdas
de una guitarra española que en el lodo está gimiendo.
Y mi alma se esconde entre las lonas de un teatro que
no tiene director ni guión. Y el cielo y sus luces molestan
como abejorros con blancos dientes.
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