lunes, 11 de abril de 2011

El gazpacho de los vicios.

Es Domingo por la mañana y una vez más, las calles
que lindan y colindan con sus espejos las cercanías de
mi hogar, invitan en silencio a cubrirlas de zapatos.
Mis pies, ahora descalzos, ya visitaron ese tablao
y los pianos de los tacones dibujan con migas de pan un
camino que da la sensación de inclinarse hacia el cielo,
que es azul y vírgen.

Las viciosas palmeras ya se marcharon y el mar lleno
de champagne ha abandonado con su espuma a los castillos
que antes aquí existieron. Y no imagino mis heridas si la locuaz
luna que habla en silencio abandonara su trabajo. Porque el Sol
es un maltratador que se cuela por la persiana y debiera estar
muerto.

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