Aquí nace la historia de una lágrima cuyos mares
trasladaron sin cansancio para recorrer siete océanos.
Su nombre era L o al menos así era conocida por los animales que
surcaban las aguas más hermosas. Nadie sabe la
fecha ni lugar de su nacimiento. Unos dicen que proviene
del diluvio universal, otros comentan que salió del
ojo izquierdo de Moby Dick; pero la inmesa mayoría
comparten que proviene de Verona, de las lágrimas
derramadas por Julieta tras ver yacer a su Romeo.
L contemplaba la mañana radiante e infinita
tras bostezar sobre su habitáculo cristalino.
Vivía en una botella con un mensaje cuyo
destino era aún incierto. El oleaje permanecía inexistente
y L decidió darse un baño como todas las mañanas
que la meteorología lo permitía.
Aprovechó para dar los buenos días a todos sus vecinos,
que la adoraban por estar siempre repartiendo alegrías.
Su sonrisa era diamantina e inculcaba la paz a los peces
más feroces. Las lágrimas nunca lloran, ya que de hacerlo,
perecerían. Es por eso que nunca están tristes.
Una de las olas que andaba solitaria
gritó entre lágrimas y gemidos a L:
-- !! Véte !!. No puedes verme así. ¡¡ Véte
con los demás !!
-- ¿ Qué te pasa ?
-- Me siento muy sola.
-- Alégrate y mira a esas gaviotas como pintan
estelas en el mar.
-- Gracias L, pero has de irte.
-- Mira esos ojos azules, ¡ qué bellos son ! y como
apaciguan las aguas que surca ese velero.
-- Gracias L.
-- ¿Por qué no pintas con tus formas los dibujos
que desdobla tu alma? Eres una ola solitaria, y
por ello eres la más hermosa de todas las olas.
No sientas soledad y convierte tu causa en pureza
envidiada por las que no son libres.
-- Tienes razón.
-- Te lo dice una lágrima solitaria como tú.
¿Bailamos?
Lágrima y ola bailaron al son de la música compuesta
e interpretada por delfines maestros del pentagrama.
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