sábado, 30 de abril de 2011

Voy a comprar cuarenta y cuatro cervezas ya que tengo más sed que follando debajo de un plástico un quince de Agosto en mitad del Sahara tras besar a un dromedario con lengua

Y sin resoplos la luz y sus insectos me acompañan,
como guirnaldas en una noche de San Juan,
porque la ciega luna es un toro lleno de soplillos,
y yo únicamente un recipiente que se vierte.

He de volver a la cuna y rehacer todo lo hasta
ahora hecho, porque sufro las pérdidas de las cuerdas
de una guitarra española que en el lodo está gimiendo.

Y mi alma se esconde entre las lonas de un teatro que
no tiene director ni guión. Y el cielo y sus luces molestan
como abejorros con blancos dientes.

Vomitando palabras

El Sábado de forma horizontal parece haber muerto,
antes de nacer, como el resoplo de un bufón que se cuela
entre las persianas y que habla tiritando, rodeado de abiertas heridas y
falsas esperanzas. Porque el oxígeno envuelto de arañas es un bien
codiciado y necesario. Traspasa mis pulmones como un ladrón,
inocente de pecado, y camina hacia mi cerebro perseguido por guerras
y buscando fronteras que disipan a mi aliento cada vez más exhausto.

Y ahora que observo el dibujo del humo y sus blancos elefantes,
todo parece limpio y cristalino, como infantiles lágrimas que bañan
de oro y poesía la inmóvil sangre que empapa mi cuerpo. Y el corazón
que late sin periocidad vomita leves impulsos que ninguna batuta es
capaz de organizar. Prefiero que los ojos se sinceren y redoblen las
campanas del pasado que es un chiste que nunca tuvo gracia.

Los mágicos recuerdos se retuercen como un periódico que siempre
miente y que se ahoga en un laberinto hecho de cuerdas que nunca
nadie agitó. Porque el mundo se conjuga en la mentira y quiero
desprenderme, volver a ser inocente y humano.

Quiero cambiar de color como lo hacen en sus alas las mariposas
que causan mi admiración y ser volátil para poder viajar en el tiempo,
construir una fábrica de aire puro,  bañarme y a base de brazadas
recorrer con la cabeza fuera del agua el universo y sus postres.

lunes, 25 de abril de 2011

La paranoia

Las prioridades no tienen forma de pirámide.
Tienen forma de árbol, al igual que el cuadro
que dibujan los sentimientos de un loco cuando
pasa frío. Y no es lo mismo la música que llueve
del cielo para un ciego que los brochazos de tinta
para el que carece de voz.

Somos arbóreos.

Lunes de inspiración.

Son cinco los días que llevo sin beber y el anhelo
de soledad permanete ha iluminado un cerebro que se
revela en la dirección contraria. La subyugadora y
penetrante elocuencia ha hecho del mutismo
un proceso que infiltra a mi corazón. Y mi alquimia interior
hace angosto el espacio que envilece mudamente los
contornos que me rodean. Y una locuaz idea y sin ánimo
de lucro (os lo juro) joderá a demasiadas personas.

¡¡ Qué les follen !!

lunes, 18 de abril de 2011

Regreso crepuscular

Porque cuando la noche parece acabarse las farolas
se retuercen mirando al suelo y llenas de alegría,
y porque los locos encienden con cerillas los corazones más tristes.
Mientras estemos vivos la vida será regalada por
doquier, y porque Mercedes me dice Benz.

Más vale que reviente azulmente, que es el color del cielo,
ya que no quiero estar compuesto por otro material.
Todo lo demás son dudas que se encolan formando
peticiones imposibles. En la locura se está más agusto
que ahí afuera.

sábado, 16 de abril de 2011

Drogas

Cojo taxi, veo cantante, da cigarro,
pide fuego, veo rusos, fumo porros,
veo putas, dan más porros, vaya peo,
tengo sueño, ya me acuesto.

A través del universo

Hace algunos años trabé íntima amistad con el universo
que nos rodea y con sus olorosos bosquecillos, cuyas hojas verdes
parecen llorar todas las mañanas y a la misma hora.
El piar de los inquietos pájaros es una música variante que he
logrado entender. Llevan alrededor de dos semanas alterados y escupiendo
canciones de amor por un pico construido de arte y poesía, mientras
los sapiens cada vez más insensibles patean irreductibles y engañados
los lugares más absurdos.
















lunes, 11 de abril de 2011

Pálpitos

Es hoy el día de inventarse tacinocturnos vocablos y rodear de
barquipalabras los mares más estrellantes. Que la lengua escriba
parlitaurinas nostalgias mientras el enredo palpibombea un corazón
necesitado de arte. Son las blanquiletras las que aparecen frente a un
telón sedoso y oscuro y hecho de papel. Y la recepción de un musisueño
abrumador causa verdibostezos en un cuerpo enúrgemno y mentisincero.


El gazpacho de los vicios.

Es Domingo por la mañana y una vez más, las calles
que lindan y colindan con sus espejos las cercanías de
mi hogar, invitan en silencio a cubrirlas de zapatos.
Mis pies, ahora descalzos, ya visitaron ese tablao
y los pianos de los tacones dibujan con migas de pan un
camino que da la sensación de inclinarse hacia el cielo,
que es azul y vírgen.

Las viciosas palmeras ya se marcharon y el mar lleno
de champagne ha abandonado con su espuma a los castillos
que antes aquí existieron. Y no imagino mis heridas si la locuaz
luna que habla en silencio abandonara su trabajo. Porque el Sol
es un maltratador que se cuela por la persiana y debiera estar
muerto.

sábado, 9 de abril de 2011

Imagine

Tenía alrededor de siete años cuando el altavoz de una
vieja radio Toshiba comenzó a escupir luces sonoras.
Era el piano de Jhon Wiston Lennon, me estremeció y
dejó su imborrable mancha en lo más profundo de mi ser.
Ese día entendí que mis elucubraciones no eran únicas,
y que lo sencillo era lo verdadero, aunque a mi alrededor
todo parecía retorcerse como nudos de un cordón
junto a un cielo inalcanzable que daba la sensación de estar perdido.

Me hize una pregunta que aún hoy no he sido capaz de resolver:
¿Para qué tantos papeles y máquinas?¿ no debería haber
más campesinos?
La cuestión fue planteada a mis santos padres camino a Coria
en un hermoso R-12 azulado. Recuerdo la respuesta.
Los papeles servían para organizar a los que recogían tomates
y las máquinas ayudaban a organizar esos papeles. Entonces
yo me pregunté que cómo era posible que hubiese más gente
organizando que recogiendo aquella hermosa verdura.

Hoy por hoy sigo sin entenderlo.

Inocencia interrumpida

Hace ya veinte siete años que una luz lunera entró
por mi ventana, cuando tan solo yo tenía cuatro inocentes primaveras.
Todos dormían plácidamete en un hogar que sitaba en la calle Virgen
de Guadalupe veintisiete, y prometí con los ojos bañados en plata
que nunca hablaría de ello. Mi hermano respiraba, mientras su cara
de ángel soñaba al compás, como si fuera un metrónomo divino. Sentí ganas
de despertarle con un cubo de agua fría y contarle que mi alma volaba
sobre las hojas blanqui-verdes y nocturnas del parque del príncipe.
Era mi hermano mayor y tenía que ayudarme. Nunca había visto el color del
mármol sobre la noche. Ese día había nevado en Cáceres y las calles parecían
hechas de azúcar y harina. Y no tardé en darme cuenta de que mi agudo olfato
era un traidor que únicamente trataba de equivocarme.



















La bella confusión entre olor y sentimiento es un don que te quita la vida
pero al mismo tiempo te la da, porque te deja viajar en el tiempo y
olisquear la bella infancia como si todavía estuvieras envuelto en aquellas
sábanas limpias y dibujadas con azules flores.Y sentir peremne la cerámica
del payasito que llenaba de alegrías la habitación, y que pereció absurdamente
en una guerra de almohadas. Juan Emilio y yo perdimos la voz durante
dos semanas. Hasta mi madre lloró por la trágica desaparición de Don Payaso.
Pronto Gizmo hizo su aparición para llenar de gracia nuestros corazones y
ocupó como lo hacen los animales el amor que necesitamos ofrecer.

No me olvido de ti. Y ya ves, ahora el payaso soy yo.
Te quiero, estés donde estés.

jueves, 7 de abril de 2011

Estaciones

El umbral de la noche recibe con holgura el sonido primaveral
de translúcidos olores. Y el aliento de las coordenadas en las
que me encuentro describen un lugar opaco y necesitado de flores.

El invierno ya disipado abre las puertas al hogar de los sentimientos
y es por eso que recibo impaciente y con dulzura a los sueños con
rastro de una nínfula. Quiero combinar todos los colores y rodear
con sus besos las bandas sonoras más hermosas. Porque la rutina no
hará que me haga de hierro, e intentaré convencerla con tozudez
que se despiste, que abra los ojos y observe con calma lo que es cierto
y lo que es bello.



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