Suenan las mariposas escondidas mientras, entre tecleos,
la melodía de sus ojos alumbra catedrales construidas
sobre cimientos invencibles. Y las palabras de un boxeador
son las que entre líneas vomitan la más preciosa novela.
Es posible que la luna desfigure a mordiscos los poemas
de una guitarra solitaria que entre sollozos y súplicas
derrocharon arte. Y es totalmente adorable el niño que
bucea entre los corazones más puros intercambiando
las sonrisas más necesarias.
Experimento en mi propio guateque el alcohol que
envuelve entre enfermedades una vida empapada de
ignorancias, risas y auténticas payasadas.
Por las noches, entre musas, viajo como lo hace el
nitrógeno. Y son astrales los movimientos que mi alma
hace durante el despegue. No puedo ir lejos, o me quedería
sin respiración, y quizás no debiera volver, ya que el
oxígeno parece innecesario.
Sufro en silencio una sensibilidad que avasalla a las
neuronas que ansían sonreir y entre toboganes desprender
alegrías que se resguardan de temporales para comerte
a besos el día que aparezcas.
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