Las letras se suceden entre frágiles y
desdichados inventos cazadores de sueños.
No es mi vocación, y ni mucho menos invento.
Debe ser una mentira rota, inquieta y amarga,
que en lo efímero escupe humos de penas y
esporádicas alegrías. Niego la existencia de las
mismas y páginas podría escribir, jamás auténticas.
Sé que busco chupete, y mi corazón infantil pende
entre telarañas vacías. El perfume del aire es una
fábula que describe lágrimas suicidas, y mi vida
se pregunta encadenada por venenos, cuál fué
el destrozo de la cárcel de un universo cada vez
más fantástico.
Esta vez se cagará la perra, y lo haré yo solo,
cerraré mis orejas, como lo hacía el elefantito
que se esconde entre edredones, y dejaré en ello
lo que me reste de vida.
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