Llevo horas derramando encantos por las
calles de Madrid, y eso que salí con neumáticos
blandos. No redoblo mi alma entre sábanas por
cansancio, sino más bien porque el sol y sus látigos
me enfurecen por despertar a las estrellas que
brillarán una vez más, mañana. Y es verdad que
soy vampiro, y que en mi cripta se encierran pasiones
ensangrentadas, y se vuelcan de sed los sueños más
extraños, porque te apareces dibujada al óleo,
rubia, morena, alta, pequeña y delgada. Ahí está
la magia que entremezcla los colores que osaron
dibujarte. Y ahora que te veo, querría parar el tiempo,
para que empaparan en mi espejo los reflejos de tu
imagen, que se harta de pureza y diamantes.
Ojalá no tuviera fuerzas, ojalá padeciera ceguera, y
no tener que divisar con mis ojos la puta luz que
siempre atraviesa las traslúcidas persianas, que entre
gritos y motores parecen de charol.
Ruego entre flores de ausentados jardines,
que mi alma navegue y tripule canoas prohibidas,
ya que solicito y suplico sus tristes caricias,
que levantan y disipan transparentes sonrisas.
Esta es mi sed, y agua no encuentro,
porque el lápiz trepa encerrado entre mares,
y sus palabras indescifrables viajan como luceros.
Pero por dentro naufrago, me pierdo,
¿Quién coño es Bryan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario