lunes, 25 de julio de 2011

Adagio in G Minor

¡¡ Qué humeante, tranquila y fresca la cerveza que
riega a mi calmado estómago !!
Hoy mis quejas son duras y puras, como el mármol,
porque el vapor que desprende nuestra niñez se entrecruza
con las almas que nunca dejaron las brillantes alas en su armario.
Pues el cielo es un país donde habitan los corazones inocentes
y no hay lugar para rejas, y donde aguardan los relámpagos
que no esperan a los truenos para descubrir a los inquebrantables
ojos que todo iluminan.

Esta tarde un rostro lunero provocó mis más biológicos
nervios. Era un torrente de guijarros, un invento de carne
y hueso, una diosa griega y pagana.
Su belleza era parecida a la que tiene la muerte cuando
entre caminos infinitos te invita a su lugar de descanso.
Su nariz era un puente perfecto entre pómulos de magma,
y los balcones que escondían sus párpados entre aleteos
de mariposa eran verdes, como esmeraldas. ¡¡ Qué bien te sienta
el blanco diosa coronada !! Sólo sus andares tienen más
detalles que cabellos bailan y adornan su preciosa cabeza.

Verte dormir debe ser un cuento rodeado de nubes,
el despertador es ahora fotógrafo,
y late el alma de un reloj que se niega a verte envejecer,
pues tu espejo está por encima del tiempo.

Desconozco el timbre de tu voz, pero ha de trasnochar entre
flores, pianos y violines para anotar sobre pentagramas
todo aquello que de tu boca salga.

Confieso que mi piel se desabrocha y que mis manos tiemblan
y viajan hacia las zonas que en mi cuerpo han vuelto a ser vírgenes.
Y a ritmo de adagio espero tu visita.

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