sábado, 10 de septiembre de 2011

Escena número 1

La mañana impoluta dibujaba entre árboles la luz
que parecía atrevesar las ventanas sin permiso.

Los pájaros ya piaban mientras un despertador inerte
destrozó los sueños de un niño que parecía haber crecido.

Tardó cinco minutos su organismo en hacerse eco de
la realidad, mientras el incordiante pitido parecía estar chillando.
Ese día no apagó el aparato, lo estampó contra un pared
vestida de amarillo y humo. Sabía que nunca jamás sonaría.

El espejo que descifraba suciedades no limpiadas,
cambió la expresión (el pomo gira hacia la derecha)-
Hoy era el "día". Su corazón impulsado por las ganas,
estaba ya muerto.

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