Saben los murciélagos que ella es la reina,
reina de tooodas las reinas. Y yo un simple borracho,
no lo duda nadie. Nadie. Las palomas cosen las
calles que con mis rotas costillas se ofrecen.
El agresor viste de azul y bebe de la luz como
si fuera algo suyo. Mientras, mis pulmones
se llenan de Málaga y aire, y el arte redobla mi
boca entre coces y andenes. Los adornos son
envidias que cubren de guirnalda y feria los juguetes
más hemosos. Sólo quería decirte que hay corazones
que no huyen, y que la vida pasa entre cansancios,
pero tú eres fresca, y en mi mente te dibujas con
tu cara morena, y decirte que tu rostro es un leve
recuerdo que hace hermosura los cielos más opacos.
Y tu nariz porrona aparece en mis sueños como
locuazes inventos que son campanas de azúcar.
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