El sonido de las nueces llenan de espacio las sombras
de mi habitación, cuyas persianas parecen cuerdas y cuyo
techo tiene síntomas de gelatina. Y mientras, expulso adoración
hacia la pantalla de televisión, que envuelve a los payasos
más graciosos del mundo.
En mi corazón, sólo ahora, se respira la paz más profunda.
Y las nubes no hacen más que decidir el alumbramiento de
mi cubículo. En mi soledad sólo escucho maullidos, y hay un
toro que asoma por la puerta pidiendo agua, cosa que no tengo.
Es gris y tiene los cuernos más bonitos del mundo. Me causa
cualquier tipo de sensación menos miedo. Y quisiera abrazarlo,
y compartir en sus ojos negros horas de plata y azul.
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