Cruge el sol a las ramas de un árbol solitario que
decrece en mitad de un desierto espantado por las
lacras de un viento soñador y necesitado de contar
ésta, la historia de "L". En sus ramas el aire da
signos de quietud, y el verbo inexistente se desnuda
ante la pobreza del paisaje, cada vez más hermoso.
Un balón de fútbol aparece entre rodajes para despertar
al otro lado del mundo a un león que estaba echándose la siesta.
Curiosamente no lo destroza a bocados, sino que muestra
sus destrezas con el óvalo para divertir la mirada de un pájaro
incrédulo y cada vez más estúpido, símbolo de torpeza.
Todo parte de un suelo bañado en arena y envuelto en
sábanas de mar, un catorce de febrero de mil novecientos
no sé cuantos.
Los médicos sulfuraron para hacer llorar a un niño que sólo
supo sonreir. Los azotes no fueron suficientes para evitar la
felicidad que sentía la criatura por haber podido nacer.
Cualquier caloría hacía de alimento a un ser cuya sensatez
huía del esperpento y que en su infancia respiraba los hundimientos
de aquellos que compartían su especie.
Los ojos de "L" formaban siempre ángulo recto con respecto
al Sol que se movía para no incumplir lo que ya estaba escrito.
(Arpegios muy simples con un violín sostenido en tan solo
una nota que parece desaparecer entre montañas para renacer
de nuevo y terminar en una frase adorable de música celestial)
Suena un simple despertador. Han pasado cerca de dos décadas
y todo sigue práctimante igual. Las manos están cada vez
más roidas y el mundo no para de girar.
¿Qué fue de "L" y de su sonrisa infinita? De sus blancos marfiles
esculpidos por un Dios miserable más pequeño que ella.
Todo se apaga para buscar la claridad en dos ojos cuyo blanco hace
envidiar al propio mármol. Y allí está ella, lozana trascurridos diecioho y
benditos años para llenar de santidad aquello que era impoluto.
"L" era la inicial de Lágrima, pues es éste su majestuoso
e inmortal nombre. Y así, las lágrimas en su pluralidad recorren
los rostros para vaciarnos de penas que a la vez son justas y
necesarias.
¿Dónde se aparcan los pecados que se agarran como lapas
dentro de un corazón exhausto? Todo puede y debe cambiar
para acercarnos a una realidad que se aleja entre baldosas y
por las que hay caminar.
El que estas letras escribe no concilia la paz ni el sueño, pues
está desesperado entre la absurdez de un mundo que desconoce.
¿Cómo ser feliz entre tanto defecto incorregible y sin mantener
sexo desde hace años?
Si he sido cobarde es por falta de una valentía que se mantenía
reservada para los grandes momentos.
jueves, 23 de febrero de 2012
Divagación etílica
Son tus ojos de cárpatos los que desdibujan entre
piezas de mármol el aleteo lejano del aire, cada vez
más parlanchín. Y la música de tu cara provoca un
silencio que no para de hablar. Dejemos que la lluvia
llore por nosotros, y que las musas se vuelquen entre
el humo para descubrir las palabras hambrientas, y
hoy necesitadas.
Observad como corre la sangre por las venas para oxigenar
nuestras vidas. Eclosionan en nuestras mentes las sonrisas más
hermosas y se esconden las caricias como si fueran tesoros.
piezas de mármol el aleteo lejano del aire, cada vez
más parlanchín. Y la música de tu cara provoca un
silencio que no para de hablar. Dejemos que la lluvia
llore por nosotros, y que las musas se vuelquen entre
el humo para descubrir las palabras hambrientas, y
hoy necesitadas.
Observad como corre la sangre por las venas para oxigenar
nuestras vidas. Eclosionan en nuestras mentes las sonrisas más
hermosas y se esconden las caricias como si fueran tesoros.
jueves, 2 de febrero de 2012
El silencio
En pedazos la razón destruye algo de mí,
y te huelo entre zumbidos como buitre hambriento,
despedazando parte a parte los colores que tú creaste,
cada vez que sale el sol, humillando mi valor.
Ahora la juventud se esconde entre lágrimas cobardes,
para simplificar aquello que de por sí ya era simple,
pues las ganas, guiadas por el sol, iluminan,
a tus pies descalzos, entre columnas de mármol.
¿Es el tacto un amigo con quién no deseé discutir?
En ocasiones me agarro entre escenarios, a los telones
de un teatro cuyo guión jamás escribí.
Y retumban entre oídos el viaje de un reloj,
con cara de hijo de puta peligroso,
pues las fuerzas y la ley me defienden,
por no tener edad y hasta que me olvide el viento,
que aboga por la única justicia que es cierta y verdadera:
silencio.
y te huelo entre zumbidos como buitre hambriento,
despedazando parte a parte los colores que tú creaste,
cada vez que sale el sol, humillando mi valor.
Ahora la juventud se esconde entre lágrimas cobardes,
para simplificar aquello que de por sí ya era simple,
pues las ganas, guiadas por el sol, iluminan,
a tus pies descalzos, entre columnas de mármol.
¿Es el tacto un amigo con quién no deseé discutir?
En ocasiones me agarro entre escenarios, a los telones
de un teatro cuyo guión jamás escribí.
Y retumban entre oídos el viaje de un reloj,
con cara de hijo de puta peligroso,
pues las fuerzas y la ley me defienden,
por no tener edad y hasta que me olvide el viento,
que aboga por la única justicia que es cierta y verdadera:
silencio.
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